Escribe Don
Bosco en las Memorias del Oratorio, refiriéndose a los orígenes de Valdocco y el
inicio de los talleres en el Oratorio:
“Apenas se pudo disponer de otras
habitaciones, aumentó el número de aprendices artesanos, que llegó a ser de
quince; todos escogidos de entre los más abandonados y en peligro” (en el
original añade: 1847).
Don Bosco escogió, lo expresa él mismo con claridad, a los jóvenes más
abandonados y en peligro para el inicio de su Oratorio. En nuestra familia, la
preocupación por los últimos, por los más pobres, por los más abandonados ha
sido siempre una constante y es una herencia comprometedora que hemos recibido
de nuestro padre.
La preocupación social, el
compromiso transformador, el sentido de la justicia y la sensibilidad hacia los
últimos han sido siempre características de su acción pastoral y han vertebrado
su misión.
Como muestra, un botón. En el archivo
central de la Congregación Salesiana en Roma se conservan unos documentos
inéditos y sorprendentes: un contrato de aprendizaje fechado en 1851; un
segundo contrato, también de aprendizaje y éste en papel timbrado, fechado un
año más tarde, 8 de febrero de 1852; algunos más fechados en 1855 ya bien
estructurados y estandarizados con cláusulas bien concretas. Todos ellos están
firmados por el patrón, el aprendiz y Don Bosco.
Curioso ¿no? Tanto más cuanto en la
época no era habitual preservar los derechos de los trabajadores más jóvenes y
éstos se veían sometidos a vejaciones y eran explotados sin contemplaciones por
los patronos, muchos de ellos sin escrúpulos.
Don Bosco dio pasos decididos en la
defensa de los más pobres y se comprometió firmemente en asegurar para sus
muchachos condiciones de vida dignas y justas. Su visita a las fábricas, a las
obras, a los talleres para conocer de primera mano la situación de los jóvenes
trabajadores no le dejó indiferente.
Impresionan estos “contratos de
aprendices” redactados “a pie de obra” para exigir la garantía de los derechos
fundamentales de los muchachos: salud física, descanso los días festivos,
salario justo, atención médica… ¡Don Bosco fue auténticamente un pionero en la
lucha social y la defensa de los más débiles!
Don Bosco miró a su alrededor y no
dudó en tomar cartas en el asunto. Su contacto con los arrabales de Turín, con
la miseria de sus calles, con la penuria de sus gentes, le hizo implicarse en
la realidad y buscar soluciones creativas para afrontar el necesario cambio
social.
A nosotros nos toca renovar esta
actitud de encarnación en la realidad social y la búsqueda de soluciones a las
viejas y siempre nuevas pobrezas juveniles. Nuestro padre supo conciliar la
prudencia y la audacia pero no escatimó esfuerzos hasta la temeridad para ocuparse de los últimos.
Abandono, soledad, fracaso escolar,
falta de expectativas, marginalidad, exclusión social… realidades que hoy están
a nuestro alrededor y que requieren la mirada atenta del educador y el
compromiso creativo y transformador de todos los que hemos recibido el “legado”
de Don Bosco.
1 comentario:
Grande siempre en sus enseñanzas nuestro gran amigo y padre Don Jose ( Pepe para los amigos)
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