martes, 22 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD

Mis queridos amigos:
Un saludo muy cordial y mi cariñosa felicitación navideña desde Roma, donde me encuentro para la sesión de invierno del Consejo General.
Hemos vivido un adviento de gracia y de esperanza, que nos ha preparado a la Navidad de una forma muy especial en este año jubilar para nuestra Congregación. El día 18 hemos dado gracias a Dios en todos los rincones del mundo, donde los salesianos estamos presentes, y hemos renovado nuestro compromiso para seguir respondiendo con fidelidad a la llamada de Dios en nuestra historia. Sostenidos por su Espíritu queremos seguir siendo signos de su amor para los adolescentes y jóvenes, especialmente para los más pobres y abandonados.
Con sentimientos de viva gratitud por el regalo del carisma de Don Bosco a la Iglesia y a los jóvenes, queremos ser fuente de esperanza para los últimos, para los pequeños y olvidados, anunciando a todos la ternura de Dios que se hace palpable en un niño recién nacido. Gloria a Dios, que nos regala el Emmanuel, es el canto de los ángeles, que anuncian a los pastores que el esperado de los tiempos ha entrado en la historia y ha hecho de ella historia de salvación para todos.
Desearnos Feliz Navidad es augurar que la luz de Belén se proyecte en nuestras comunidades, en nuestras casas, en medio de nuestros jóvenes para que siga habiendo vida abundante para todos, la Vida que Dios encarnado nos ha traído como esperanza y felicidad definitiva para todos los que buscan la verdad y hacen el bien. Esta es la fe que compartimos, y a cuya luz caminamos.
Os deseo también un Feliz Año Nuevo. En este año 2010 recordaremos especialmente a Don Rua. Que sea un estímulo para renovar nuestro compromiso evangelizador en el seguimiento de Jesús, en un mundo tan necesitado de luz, de esperanza, de sentido y de ternura.
Pido a Dios por todos vosotros y por vuestras familias. Que María, la Madre del Señor, nuestro auxilio, nos acompañe siempre en nuestro camino, como estrella que nos guía, como Madre que nos alienta y sostiene.
Feliz Navidad con todo cariño.
Un abrazo fuerte de vuestro amigo José Miguel

martes, 15 de diciembre de 2009

150 AÑOS Y UN IMPULSO RENOVADOR

Mis queridos amigos:
El Capítulo General 26 ha sido un acontecimiento de gracia del Espíritu para toda la Congregación. Como el Rector Mayor nos dijo en su discurso de clausura, se trata ahora de encender el corazón de los salesianos para que, partiendo de Don Bosco, relancemos con fuerza el carisma salesiano para seguir anunciando con entusiasmo y autenticidad al Señor de la Vida entre los jóvenes más abandonados y excluidos.
Queremos, pues, volver a las aguas más limpias y auténticas de nuestra historia para tomar impulso renovador que nos lance decididamente hacia el futuro desde un presente lleno de retos y oportunidades.
Hemos recordado mucho estos días el inicio de nuestra Congregación. Nuestra familia nace en un contexto impregnado de una espiritualidad honda y sencilla a un tiempo, pero muy pegada a la realidad cotidiana y con la mirada siempre en lo alto. Don Bosco formó a un puñado de jóvenes que crecieron junto a él y que, en buena medida, no conocieron más familia que la del Oratorio. De la nada, nuestro padre formó la Sociedad Salesiana con los muchachos que él mismo forjó a su imagen y semejanza y que no respiraron otro aire que el espíritu generado en Valdocco con la explosión carismática suscitada a través de la santidad de Don Bosco.
Un ambiente espiritual extraordinario que tiene la antesala en aquel grupo de jóvenes que con Domingo Savio y Miguel Rua el 8 de junio de 1856 dieron vida a la Compañía de la Inmaculada. Tres años más tarde, en diciembre del 1859, Ghivarello, Cerruti, Francesia que habían sido también compañeros de Domingo Savio, están entre los que adherirán a la propuesta de Don Bosco de fundación de la Congregación. ¡Es un hecho extraordinario! En el momento de la firma del acto de adhesión, Don Bosco tiene cuarenta y cuatro años; Cerruti tiene quince; Chiapale tiene dieciséis; Rovetto diecisiete… Entre los firmantes, si exceptuamos a Don Bosco y a Don Alasonatti (que ya era sacerdote diocesano), ¡la edad media no alcanzaba los veintiuno!
Verdaderamente Dios estuvo grande. Aunque en la humildad de las habitaciones de Don Bosco, con un cura campesino y un grupo de muchachos sencillos como protagonistas, el evento tiene la portada de los grandes acontecimientos.
El próximo 18 diciembre se cumple el 150 aniversario de la Fundación de la Congregación. Un momento más que estimulante para dar gracias a Dios por todo lo que el Espíritu Santo ha suscitado a través de esta familia en los cinco continentes en un siglo y medio de historia. Pero ocasión más que oportuna para releer con las claves del siglo XXI las grandes intuiciones que dieron origen a nuestra familia. Hemos de saber encontrar dinamismos que estimulen nuestra respuesta al Señor en fidelidad dinámica a cuanto Don Bosco nos legó.
Como aquellos jóvenes de la primera hora, no podremos tener otra mirada que la de nuestro padre, no puede latir el corazón con otro latido que el de nuestro padre, no pueden ser nuestras manos diferentes, en la operatividad creativa e industriosa por el bien de los jóvenes, de las de nuestro padre.
Encender el corazón. Es el viento del Espíritu que sopla con fuerza en este tiempo nuevo que nos toca vivir y que quiere avivar las brasas del alma.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez