Mis queridos amigos:
De Todos es sabido el amor de Don Bosco por la Madre del Señor invocada como Consolación, Inmaculada y – sobre todo - auxilio de los cristianos. Así lo vivió desde muy pequeño en I Becchi y así lo transmitió a sus muchachos en el Oratorio cuando María era sentida como de casa, la madre de todos los días que nunca abandona a sus hijos.
En plena madurez de su obra a favor de los jóvenes pobres, pocos años después de los primeros pasos de la Congregación Salesiana, el santo de Turín concibe el proyecto de construir una gran Iglesia dedicada a María Auxiliadora. Será, dirá a sus muchachos, la Iglesia Madre de la Congregación.
Pero ¿de dónde sacará los recursos? Como reconoce una noche de 1862 a uno de sus muchachos, Pablo Albera, “No tengo un centavo, no sé de dónde sacaré el dinero, pero eso no importa. Si Dios lo quiere se hará”.
Una vez más el sueño y la confianza. Una vez más la tenacidad ante proyectos que parecen inalcanzables para quien tiene entusiasmo y buen ánimo pero los bolsillos vacíos. Y sin embargo, el soñador está cierto de que la empresa se llevará a cabo porque “el Señor lo quiere”. Como si de un pacto con la eternidad se tratase, Don Bosco ejecuta sus “negocios” al dictado de un proyecto que parece rozar lo sobrenatural. En aquel mismo año de 1862, Juan Cagliero – otro de sus chicos del Oratorio - , confiesa que Don Bosco le habló de su proyecto. Su testimonio quedó recogido en las Memorias Biográficas:
En 1862 me dijo Don Bosco que pensaba construir una iglesia grandiosa y digna de la Virgen Santísima.
- Hasta ahora, dijo, hemos celebrado solemnemente la fiesta de la Inmaculada. Pero la Virgen quiere que la honremos con el título de María Auxiliadora: corren tiempos muy tristes y necesitamos que la Virgen Santísima nos ayude a conservar y defender la fe cristiana. ¿Y sabes por qué?
- Creo – respondí – que será la “iglesia madre” de nuestra futura Congregación, y el centro de dónde saldrán todas nuestras obras a favor de la juventud.
- Lo has adivinado, me dijo: María Santísima es la fundadora y será la gran sostenedora de nuestras obras”.
Y así fue. En 1863 comenzaron las obras y en 1868 se consagraba la nueva Basílica dedicada a María Auxiliadora. Como Don Bosco dijo en muchas ocasiones, la Virgen pensó a que llegara el dinero necesario. Naturalmente no sin grandes esfuerzos por parte del propio Don Bosco.
Milagro o no, lo cierto es que la audacia en el emprender grandes proyectos y la certeza de la ayuda divina, impulsaban el trabajo de nuestro padre que no se ahorró – sin embargo - fatigas y sacrificios para salir al encuentro de la Providencia.
“No tengo un centavo…”. ¿Cuántas veces se repetiría esta escena? Es el destino del pobre que todo lo espera y que ha decidido fiarse de quien en sueños susurra caminos nuevos por los que caminar con audacia y una pizca de temeridad.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez
De Todos es sabido el amor de Don Bosco por la Madre del Señor invocada como Consolación, Inmaculada y – sobre todo - auxilio de los cristianos. Así lo vivió desde muy pequeño en I Becchi y así lo transmitió a sus muchachos en el Oratorio cuando María era sentida como de casa, la madre de todos los días que nunca abandona a sus hijos.
En plena madurez de su obra a favor de los jóvenes pobres, pocos años después de los primeros pasos de la Congregación Salesiana, el santo de Turín concibe el proyecto de construir una gran Iglesia dedicada a María Auxiliadora. Será, dirá a sus muchachos, la Iglesia Madre de la Congregación.
Pero ¿de dónde sacará los recursos? Como reconoce una noche de 1862 a uno de sus muchachos, Pablo Albera, “No tengo un centavo, no sé de dónde sacaré el dinero, pero eso no importa. Si Dios lo quiere se hará”.
Una vez más el sueño y la confianza. Una vez más la tenacidad ante proyectos que parecen inalcanzables para quien tiene entusiasmo y buen ánimo pero los bolsillos vacíos. Y sin embargo, el soñador está cierto de que la empresa se llevará a cabo porque “el Señor lo quiere”. Como si de un pacto con la eternidad se tratase, Don Bosco ejecuta sus “negocios” al dictado de un proyecto que parece rozar lo sobrenatural. En aquel mismo año de 1862, Juan Cagliero – otro de sus chicos del Oratorio - , confiesa que Don Bosco le habló de su proyecto. Su testimonio quedó recogido en las Memorias Biográficas:
En 1862 me dijo Don Bosco que pensaba construir una iglesia grandiosa y digna de la Virgen Santísima.
- Hasta ahora, dijo, hemos celebrado solemnemente la fiesta de la Inmaculada. Pero la Virgen quiere que la honremos con el título de María Auxiliadora: corren tiempos muy tristes y necesitamos que la Virgen Santísima nos ayude a conservar y defender la fe cristiana. ¿Y sabes por qué?
- Creo – respondí – que será la “iglesia madre” de nuestra futura Congregación, y el centro de dónde saldrán todas nuestras obras a favor de la juventud.
- Lo has adivinado, me dijo: María Santísima es la fundadora y será la gran sostenedora de nuestras obras”.
Y así fue. En 1863 comenzaron las obras y en 1868 se consagraba la nueva Basílica dedicada a María Auxiliadora. Como Don Bosco dijo en muchas ocasiones, la Virgen pensó a que llegara el dinero necesario. Naturalmente no sin grandes esfuerzos por parte del propio Don Bosco.
Milagro o no, lo cierto es que la audacia en el emprender grandes proyectos y la certeza de la ayuda divina, impulsaban el trabajo de nuestro padre que no se ahorró – sin embargo - fatigas y sacrificios para salir al encuentro de la Providencia.
“No tengo un centavo…”. ¿Cuántas veces se repetiría esta escena? Es el destino del pobre que todo lo espera y que ha decidido fiarse de quien en sueños susurra caminos nuevos por los que caminar con audacia y una pizca de temeridad.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez
4 comentarios:
Como madre que soy una de las cosas que me hace sentirme orgullosa es haber educado a mis hijos con el amor a Maria,pasa el tiempo y ves a tus hijos crecer y ves como a pesar de todo algo siempre queda.Amar a Maria es amar la vida.un beso y gracias por tus palabras
Cuando estuve en Turín, me impresionaron muchas cosas.
Creo que nada cómo el templo dedicado a Mª Auxiliadora.
Llevábamos tanta ilusión de conocer los lugares de D.Bosco, que antes de ir me empapé de su obra. La verdad es que cuando leía la forma de construir ese Santuario, te hace meditar y mucho en la FE,Confianza ,la certeza de que Ella era el artífice de todo cuanto allí sucedió. D. Bosco, no duda nunca a pesar de no contar con nada de nada.
Yo pensé en aquella lectura ¡¡Este hombre sabe muy bien de quién se a fiados!! Un Madre que nunca abandona , es solicita con los que confían en Ella.
Gracias amigo Pepe, por hacerme recordar aquel congreso tan profundo que viví.
Un abrazo Josefa
Buenos días nos dé el Señor, amigo Pepe
¡¡Muchísimas felicidades en el día de tu onomástica!!
Que el Señor te siga bendiciendo y sigas haciendo el bien a raudales.
Un abrazo Josefa
No lo cuelgues, es personal, me devuelve el servidor tu correo.¡¡Lo tendré mal!!
Espero que seas tan feliz como mereces.Aun estando tan lejos de nosotros siempre estaras en nuestro corazon.felicidades desde sanlucar
Publicar un comentario