"Vi una multitud inmensa de jóvenes que aguardaban..." (Don Bosco)
Mis queridos amigos:
Niños soldado, jóvenes explotados, menores inmigrantes, víctimas del turismo sexual, de la violencia de género o de fanatismos religiosos, chicos de la calle expuestos a toda clase de marginación y exclusión social… son sólo una parte de la multitud inmensa que aguarda en nuestro mundo a que su grito sea escuchado y alguien les devuelva la dignidad perdida ante los derechos vulnerados y la condena que supone la indiferencia de muchos.
Permitidme que os hable de Don Bosco y de su manera de mirar la realidad. Es una mirada abierta y franca. Mirada de padre y luchador incansable; mirada bondadosa y crítica al mismo tiempo; mirada apasionada y comprometida siempre; mirada de ternura y vigor. Es la mirada de quien peleó hasta la temeridad para conseguir un contrato de trabajo para sus muchachos cuando, a mediados del XIX, a nadie le importaban la dignidad de las condiciones laborales y los posibles derechos de quienes eran considerados tan solo mano de obra barata o elementos sociales prescindibles.
- Me importas mucho, tanto... que aunque no tuviera más que un pedazo de pan lo partiría a medias contigo.
Tantos y tantos jóvenes de los arrabales de Turín, víctimas del desprecio y al borde de la desesperación, explotados por una economía deshumanizante, abandonados a su suerte, sometidos a abusos de todo tipo y sin derechos como personas escucharon de sus labios una palabra de futuro.
No fue su intención elaborar grandes teorías sobre el cambio social. Simplemente se puso manos a la obra para transformar una realidad injusta que excluía a los más débiles y hacía de ellos carne de cañón y de cárcel. Soñó un mañana mejor para sus muchachos y entendió que era más importante prevenir que golpear, acompañar que castigar, que lo decisivo era curar heridas, humanizar, abrir a la experiencia religiosa, ofrecer sentido y esperanza.
Subió por los andamios, se coló en las cárceles, se adentró en los suburbios, visitó a ministros y a nobles reclamando derechos para sus muchachos, mendigó el pan ante los poderosos. Acometió grandes empresas para ofrecer una casa, una escuela, una familia y un futuro a todos los que estaban en el margen de la historia.
Somos muchos los que nos hemos sentido seducidos por su carisma y su manera de entender la educación como cosa del corazón. Hemos comprendido que la preventividad no es sólo un método educativo, sino un estilo de vida que nos hace solícitos, generosos, solidarios con los más débiles, con los que sufren, con los últimos. Somos un buen puñado de hombres y mujeres los que, inspirados en Don Bosco, queremos seguir compartiendo el pan de la educación, de la justicia, de la esperanza con los jóvenes que viven en el margen de nuestra sociedad, a los que se les niega el derecho de ser protagonistas de su propio futuro.
Ser educador con estilo salesiano es mirar la realidad con la mirada de Don Bosco: una mirada compasiva y solidaria, creativa y emprendedora, comprometida hasta la temeridad. Es descubrir que el corazón con sus razones es el verdadero motor de toda transformación decisiva, de todo esfuerzo de humanización. Ser educador como Don Bosco es vivir de forma apasionada, tenaz y esperanzada, confiando en que el Reino de Dios, Dios como ternura infinita, instaure en esta historia la paz y la justicia para todos.
Y hemos decidido arremangarnos los brazos y comprometernos al lado de los más pequeños, de los más vulnerables, de los excluidos de nuestro mundo. Y a ello dedicamos nuestros mejores esfuerzos inspirados en Jesús, el Señor, que vivió y murió par los pequeños y los pobres. Apostamos por un humanismo inspirado en el Evangelio, por la educación preventiva, por el protagonismo de los jóvenes, y por el compromiso con la justicia y los derechos de los más débiles.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez
Niños soldado, jóvenes explotados, menores inmigrantes, víctimas del turismo sexual, de la violencia de género o de fanatismos religiosos, chicos de la calle expuestos a toda clase de marginación y exclusión social… son sólo una parte de la multitud inmensa que aguarda en nuestro mundo a que su grito sea escuchado y alguien les devuelva la dignidad perdida ante los derechos vulnerados y la condena que supone la indiferencia de muchos.
Permitidme que os hable de Don Bosco y de su manera de mirar la realidad. Es una mirada abierta y franca. Mirada de padre y luchador incansable; mirada bondadosa y crítica al mismo tiempo; mirada apasionada y comprometida siempre; mirada de ternura y vigor. Es la mirada de quien peleó hasta la temeridad para conseguir un contrato de trabajo para sus muchachos cuando, a mediados del XIX, a nadie le importaban la dignidad de las condiciones laborales y los posibles derechos de quienes eran considerados tan solo mano de obra barata o elementos sociales prescindibles.
- Me importas mucho, tanto... que aunque no tuviera más que un pedazo de pan lo partiría a medias contigo.
Tantos y tantos jóvenes de los arrabales de Turín, víctimas del desprecio y al borde de la desesperación, explotados por una economía deshumanizante, abandonados a su suerte, sometidos a abusos de todo tipo y sin derechos como personas escucharon de sus labios una palabra de futuro.
No fue su intención elaborar grandes teorías sobre el cambio social. Simplemente se puso manos a la obra para transformar una realidad injusta que excluía a los más débiles y hacía de ellos carne de cañón y de cárcel. Soñó un mañana mejor para sus muchachos y entendió que era más importante prevenir que golpear, acompañar que castigar, que lo decisivo era curar heridas, humanizar, abrir a la experiencia religiosa, ofrecer sentido y esperanza.
Subió por los andamios, se coló en las cárceles, se adentró en los suburbios, visitó a ministros y a nobles reclamando derechos para sus muchachos, mendigó el pan ante los poderosos. Acometió grandes empresas para ofrecer una casa, una escuela, una familia y un futuro a todos los que estaban en el margen de la historia.
Somos muchos los que nos hemos sentido seducidos por su carisma y su manera de entender la educación como cosa del corazón. Hemos comprendido que la preventividad no es sólo un método educativo, sino un estilo de vida que nos hace solícitos, generosos, solidarios con los más débiles, con los que sufren, con los últimos. Somos un buen puñado de hombres y mujeres los que, inspirados en Don Bosco, queremos seguir compartiendo el pan de la educación, de la justicia, de la esperanza con los jóvenes que viven en el margen de nuestra sociedad, a los que se les niega el derecho de ser protagonistas de su propio futuro.
Ser educador con estilo salesiano es mirar la realidad con la mirada de Don Bosco: una mirada compasiva y solidaria, creativa y emprendedora, comprometida hasta la temeridad. Es descubrir que el corazón con sus razones es el verdadero motor de toda transformación decisiva, de todo esfuerzo de humanización. Ser educador como Don Bosco es vivir de forma apasionada, tenaz y esperanzada, confiando en que el Reino de Dios, Dios como ternura infinita, instaure en esta historia la paz y la justicia para todos.
Y hemos decidido arremangarnos los brazos y comprometernos al lado de los más pequeños, de los más vulnerables, de los excluidos de nuestro mundo. Y a ello dedicamos nuestros mejores esfuerzos inspirados en Jesús, el Señor, que vivió y murió par los pequeños y los pobres. Apostamos por un humanismo inspirado en el Evangelio, por la educación preventiva, por el protagonismo de los jóvenes, y por el compromiso con la justicia y los derechos de los más débiles.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez
2 comentarios:
hi fr!
sorry can't speak spanish but i am very happy to be able to find your site... i have put this site on my list.
God bless!
carmelo,sdb
Cuanta razón tienes en lo que dices.
He descubierto hoy este blog,y ha sido una grata sorpresa,sere en adelante un asiduo al mismo.
Feliz año para todos.
Manuel
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