Mis queridos amigos:
En 1929, Don Juan Bautista Francesia, salesiano poeta, escritor y conocedor como nadie de los orígenes de la Congregación, escribió:
“A Don Rinaldi sólo le falta la voz de Don Bosco, todo el resto lo tiene”.
¿Quién era aquel que merecía tal elogio de uno de los muchachos que mejor conoció a Don Bosco y fue protagonista en primera línea de los comienzos de nuestra familia?
Tenemos que remontarnos mucho tiempo atrás. En 1866, un pequeño estudiante de la casa salesiana de Mirabello se encontraba por primera vez con Don Bosco. El santo sacerdote, de visita en la casa, tuvo la ocasión de encontrarse con los jóvenes y dirigirles una buena palabra. Aquel encuentro quedó profundamente marcado en el corazón y en la mente de Felipe, que así se llamaba nuestro protagonista:
“Recuerdo como si fuera ayer – escribió Felipe muchos años más tarde, casi al final de su vida -, la primera vez que me encontré con Don Bosco siendo tan solo un niño. Tenía poco más de diez años. El buen padre estaba en el comedor después del almuerzo, todavía sentado en la mesa. Con gran cariño se preocupó por mis cosas, me habló al oído y después de haberme preguntado si quería ser su amigo añadió, casi para solicitar una prueba de correspondencia, que al día siguiente fuese a confesarme con él”.
Felipe Rinaldi narraba este episodio en el tramonto de su vida, como quien lee lo acontecido hace mucho tiempo pero con la vivacidad de los acontecimientos que jamás se borran y permanecen siempre en la memoria. Aquel hablarle al oído cuando solo tenía diez años y el haberle abierto su corazón a Don Bosco fueron, escribe Don Rinaldi, como “las luces de la mañana que brillan con viva claridad ahora que la vida llega a su fin”.
Fue el encuentro entre dos santos y uno, Don Bosco, había leído la vida del otro. El pequeño Felipe tenía algo especial. Aunque no se hizo la luz enseguida en su proyecto vital, Don Rinaldi se hizo salesiano y más tarde, después de afrontar numerosas responsabilidades (director, inspector de España y de Portugal, Prefecto General), fue elegido Rector Mayor, sucesor de Don Bosco al frente de la Congregación Salesiana.
Sencillo y cordial, dicen de él que ha sido el salesiano que mejor ha encarnado a Don Bosco. Viva imagen de nuestro padre, expresó como nadie su bondad. Como a Don Bosco, a Don Rinaldi Dios le dio un corazón tan grande, tan grande, como las arenas de las playas de los mares. Fue su fiel reflejo y con creatividad supo ponerle rostro a la amorevolezza salesiana.
El tercer sucesor de Don Bosco respiró el aire de aquellos primeros pasos de la Congregación y bebió de las fuentes más puras del carisma salesiano. Se entusiasmó con Don Bosco y descubrió en él la fuerza arrolladora de la santidad hasta el punto de recorrer el mismo camino de rosas y espinas por un emparrado hermoso y difícil que exigió de él una entrega sin límites.
Santo en una familia de santos, la Iglesia lo declaró Beato en 1990 y su fiesta es celebrada el cinco de diciembre. Demos gracias a Dios por habernos regalado salesianos de la talla de Don Felipe Rinaldi y sintámonos – también nosotros - herederos de una santidad ordinaria que hace extraordinarias las cosas sencillas de cada día vividas con los ojos y el corazón de Dios.
Buena semana. Vuestro amigo,
José Miguel Núñez
En 1929, Don Juan Bautista Francesia, salesiano poeta, escritor y conocedor como nadie de los orígenes de la Congregación, escribió:
“A Don Rinaldi sólo le falta la voz de Don Bosco, todo el resto lo tiene”.
¿Quién era aquel que merecía tal elogio de uno de los muchachos que mejor conoció a Don Bosco y fue protagonista en primera línea de los comienzos de nuestra familia?
Tenemos que remontarnos mucho tiempo atrás. En 1866, un pequeño estudiante de la casa salesiana de Mirabello se encontraba por primera vez con Don Bosco. El santo sacerdote, de visita en la casa, tuvo la ocasión de encontrarse con los jóvenes y dirigirles una buena palabra. Aquel encuentro quedó profundamente marcado en el corazón y en la mente de Felipe, que así se llamaba nuestro protagonista:
“Recuerdo como si fuera ayer – escribió Felipe muchos años más tarde, casi al final de su vida -, la primera vez que me encontré con Don Bosco siendo tan solo un niño. Tenía poco más de diez años. El buen padre estaba en el comedor después del almuerzo, todavía sentado en la mesa. Con gran cariño se preocupó por mis cosas, me habló al oído y después de haberme preguntado si quería ser su amigo añadió, casi para solicitar una prueba de correspondencia, que al día siguiente fuese a confesarme con él”.
Felipe Rinaldi narraba este episodio en el tramonto de su vida, como quien lee lo acontecido hace mucho tiempo pero con la vivacidad de los acontecimientos que jamás se borran y permanecen siempre en la memoria. Aquel hablarle al oído cuando solo tenía diez años y el haberle abierto su corazón a Don Bosco fueron, escribe Don Rinaldi, como “las luces de la mañana que brillan con viva claridad ahora que la vida llega a su fin”.
Fue el encuentro entre dos santos y uno, Don Bosco, había leído la vida del otro. El pequeño Felipe tenía algo especial. Aunque no se hizo la luz enseguida en su proyecto vital, Don Rinaldi se hizo salesiano y más tarde, después de afrontar numerosas responsabilidades (director, inspector de España y de Portugal, Prefecto General), fue elegido Rector Mayor, sucesor de Don Bosco al frente de la Congregación Salesiana.
Sencillo y cordial, dicen de él que ha sido el salesiano que mejor ha encarnado a Don Bosco. Viva imagen de nuestro padre, expresó como nadie su bondad. Como a Don Bosco, a Don Rinaldi Dios le dio un corazón tan grande, tan grande, como las arenas de las playas de los mares. Fue su fiel reflejo y con creatividad supo ponerle rostro a la amorevolezza salesiana.
El tercer sucesor de Don Bosco respiró el aire de aquellos primeros pasos de la Congregación y bebió de las fuentes más puras del carisma salesiano. Se entusiasmó con Don Bosco y descubrió en él la fuerza arrolladora de la santidad hasta el punto de recorrer el mismo camino de rosas y espinas por un emparrado hermoso y difícil que exigió de él una entrega sin límites.
Santo en una familia de santos, la Iglesia lo declaró Beato en 1990 y su fiesta es celebrada el cinco de diciembre. Demos gracias a Dios por habernos regalado salesianos de la talla de Don Felipe Rinaldi y sintámonos – también nosotros - herederos de una santidad ordinaria que hace extraordinarias las cosas sencillas de cada día vividas con los ojos y el corazón de Dios.
Buena semana. Vuestro amigo,
José Miguel Núñez
4 comentarios:
Hola Pepe,
Me alegra el poder participar, como lector, de tus comentarios, sobre todo cuando son palabras que llegan más allá de lo esperado, que nos ayuda a sentirnos más orgullosos de ser salesianos y de caminar unidos en esta misión, y teniendo ejemplos tan claros como el beatro Felipe Rinaldi.
Un fuerte abrazo desde España. Espero y deseo que estés bien.
José Carlos
Hola Pepe,
Me alegra el poder participar, como lector, de tus comentarios, sobre todo cuando son palabras que llegan más allá de lo esperado, que nos ayuda a sentirnos más orgullosos de ser salesianos y de caminar unidos en esta misión, y teniendo ejemplos tan claros como el beatro Felipe Rinaldi.
Un fuerte abrazo desde España. Espero y deseo que estés bien.
José Carlos
Hola hermano:
Te he descubierto e incluso me he nutrido de alguno de tus escritos para mi blog. Gracias por compartirnos tus investigaciones, reflexiones y guía.
Un abrazo desde Mendoza Argentina). Buen día de Felipe Rinaldi. Estamos en contacto.
+julio sdb.
Hola querido amigo Pepe: ¿Es o no es?...Yo creo que si, Internet bien empleado se convierte en el milagro de la comunicación... gracias al mismo José Carlos, o por ejemplo el P. Julio desde Mendoza Argentina, ha leido e incluso las acoje con agrado y siempre unas "Palabras al oído" bien escritas, como tu bien sabes hacer cada semana. Yo desde Sevilla, la Tierra de María Stma. la Auxiliadora del mundo entero, seguiré "escuchandolas" y trasmitiendolas a los cinco continentes a traves de las nuevas tegnologías, utilizando la red de redes, el milagro de la comunicación, ,lo positivo de Internet. Gracias a este medio, nos podemos comunicar en tiempo real y así. Sigue siempre amigo Pepe, tu que gracias a Dios eres un gran comunicador. No te canses, sigue siempre, recuerda "Poco a poco" y propagando tus incansables "Palabras al oído" que son tuyas, de ellos, mias, son nuestras. Feliz día del Beato Felipe Rinaldi a toda la gran familia salesiana.
Un fuerte abrazo amigo Pepe.
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