viernes, 3 de octubre de 2008

Talleres para los pobres

Mis queridos amigos:

En pleno desarrollo y maduración de su obra en Valdocco, Don Bosco abre sus primeros talleres entre 1853 y 1856. Comenzará con talleres de zapatería, sastrería, encuadernación y, algo más tarde, también pondrá en marcha el de carpintería.

Hasta ahora, sus muchachos aprendices habían frecuentado diferentes talleres en la ciudad en los que Don Bosco los colocaba al cuidado de algún patrón que los iniciaba en el oficio. Pero las constantes dificultades económicas de la casa y las necesidades de los propios muchachos hicieron pensar creativamente a Don Bosco que la “producción propia” ayudaría a aliviar la maltrecha economía del Oratorio al tiempo que suministraba ropa y materiales para los propios chicos.
Si a esto le añadimos una segunda preocupación de Don Bosco, esto es, la de sacar a los jóvenes del ambiente malsano de los talleres de la ciudad, la ocasión parecía una buena oportunidad para orientar en una nueva dirección el proyecto de Valdocco.

Así, la estructura de los talleres reproducirá la de los talleres de la ciudad: el patrón, los trabajadores y los aprendices trabajan juntos. Todavía estamos lejos, pues, de una auténtica escuela profesional.

Se trata, pues, también de producir. Don Bosco habrá de ingeniárselas de nuevo para dar a conocer sus talleres y, como no podíamos esperar menos, a sus distinguidos clientes les hará un precio especial… cobrándoles más y tratándoles como a benefactores que contribuyen a la noble causa del Oratorio de San Francisco de Sales. He aquí un testimonio de una nota de prensa publicada en el periódico Armonía que, si bien no está firmada por Don Bosco, es fácil imaginar quien es su inspirador:

Apertura de un taller para los pobres. Con la finalidad de dar trabajo a algunos pobres muchachos acogidos en el oratorio masculino de San Francisco de Sales en Valdocco, bajo la dirección del benemérito sacerdote don Giovanni Bosco, se ha abierto un taller de encuadernación. Las personas que les suministren libros u otros objetos a confeccionar, además de módicos precios, contribuirán al sostenimiento de una obra de beneficencia pública. Nosotros recomendamos calurosamente este proyecto, sabiendo que dieciocho niños que han quedado huérfanos por la reciente epidemia de cólera han sido acogidos allí y que muchos otros lo serán también dentro de poco”.

Don Bosco mira adelante y con su habitual modo de hacer trata de asegurar el funcionamiento de su obra al mismo tiempo que la da a conocer suscitando simpatías y adhesiones. Pero su preocupación está centrada sobre todo en sus muchachos. Seguirá muy de cerca los talleres y los cuidará con mimo eligiendo con atención a los maestros de taller y redactando enseguida un reglamento que expresa muy bien sus expectativas ante la nueva obra: la profesionalidad, la honestidad, la responsabilidad, el respeto, la dimensión religiosa y las prácticas de piedad estaban presentes en la vida cotidiana de los muchachos.

Para Don Bosco, lo sabemos bien, no se trata solo de enseñar un oficio, sino de educar a aquellos jóvenes haciendo de ellos buenos cristianos y honrados ciudadanos. En la nueva etapa de la apertura de los talleres, toda su creatividad y su celo pastoral fueron puestos al servicio de su proyecto educativo-pastoral.

Buena semana.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez

1 comentario:

Jesús Luengo Mena dijo...

Enhorabuena por su blog. Muy educativo e interesante. Seguro que hará mucho bien.
Saludos cordiales de Jesús Luengo Mena
P.D.: Le invito a visitar mis blog en Internet
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