martes, 25 de enero de 2011

ESTOY CANSADO A MÁS NO PODER

En plena actividad, cuando la obra de Don Bosco se consolidaba, nuestro padre desarrollaba una actividad extraordinaria con calendarios imposibles, empresas agotadoras y mil actividades que lo llevaban de un sitio a otro sin apenas tiempo para descansar. En julio de 1877, Don Bosco (62 años) escribe a Don Rua desde Marsella confiándole:

“Estoy cansado a más no poder….

Pero no sólo lo expresaba con claridad el propio Don Bosco a sus más cercanos colaboradores. A su alrededor, muchos temían que su salud se quebrantase seriamente. Era la sensación también de Don Barberis, que así lo expresa en la pequeña crónica del Oratorio que llevaba adelante. Su fiel secretario sabía bien que Don Bosco no estaba bien y que el agotamiento estaba haciendo mella en él.

En efecto, lleva adelante en aquel tiempo una actividad incansable: dirige el Oratorio en Valdocco; es el Rector Mayor de una congregación naciente con 17 obras y más de 300 salesianos e impulsa también el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora; se ocupa personalmente de las nuevas fundaciones no solo fuera de Turín sino fuera de Italia como las de Niza o Marsella; se entrevista con las autoridades civiles; acepta encargos delicados del Papa Pio IX; no puede dejar de buscar recursos económicos para el sostenimiento de sus obras; escribe y revisa nuevas publicaciones; comienza con la publicación del Boletín Salesiano; predica ejercicios espirituales, retiros, novenas… y da conferencias aquí y allá; prepara la tercera expedición misionera en América en la que participan por primera vez las Hijas de María Auxiliadora; pone en marcha la preparación del primer Capítulo General de la Congregación Salesiana; prepara la segunda edición de las Constituciones Salesianas y encarga ¡mil copias! Y tantas otras cosas…

En plenitud de fuerzas, Don Bosco es un volcán en erupción. Tiene la mirada larga. Ve a lo lejos. Se pone manos a la obra y no escatima fuerzas para impulsar una obra titánica. Y aún, aquel año de 1877 el desgaste fue enorme tratando de conciliar posiciones con Monseñor Gastaldi con quien las relaciones se habían puesto muy difíciles y acabarían con importantes condenas de parte del Arzobispo imponiendo a Don Bosco una suspensión latae sententiae de la facultad de confesar. Al cansancio físico se añadía un sufrimiento aún mayor, la preocupación por la incomprensión y la ruptura con su superior.

“Estoy hecho pedazos…”, escribirá el mismo mes de julio, días más tarde de nuevo a Don Rua desde Alassio. Cansado y roto, Don Bosco no para. Seguirá adelante sin frenar su actividad. La tenacidad y la fortaleza de ánimo sólo podían venir de una convicción: Dios me sostiene. Una interioridad fuera de lo común que lo hacía estar muy unido al Señor en todas las circunstancias. Una esperanza inquebrantable sostenida por una fe recia y expresada en una caridad pastoral con tonos de heroicidad. Este era el secreto de Don Bosco: una vida enraizada en Dios, una existencia teologal. Profundamente hombre, profundamente santo.

Gastado. Como una sotana vieja. Así concluyó sus días quien no escatimó esfuerzos para llevar adelante la obra de Dios. No es extraño que nos legara su herencia: “trabajo, trabajo, trabajo…”, por la gloria de Dios y el bien de las almas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Pepe por estas pildoras de espiritualidad
salesianos, refuerzan nuestros animos.

Josefa dijo...

Amigo Pepe

Impresiona leer estos texto del final de la vida de nuestro Fundador.
Lo he releído, aunque ya conocía alguno de sus episodios, te deja claro que hace más el que quiere que el que puede. Se dio hasta el último momento, no escatimó sufrimiento, creo que tenía claro que su vida terminaba y que aún le quedaban cosas por poner en marcha.
Viendo su vida como un hombre consagrado a Dios y entregado a sus semejantes, agradezco a Dios el pertenecer a su Familia. ¡¡Feliz triduo y día de D.Bosco!! Un abrazo Josefa

petri dijo...

Cansado, pero incansable. D. Bosco consiguió sus metas, y su espíritu continúa vivo con el paso de los años.
Las pasadas navidades nos visitó D. Martín, 33 años en Paraguay, llevando, a su edad, el amor de Dios con carisma salesiano por los lugares más remotos de la selva.
Agotamiento físico, pero de espíritu incansables."Cansancio, para que otros descansen".

Un abrazo para tod@s los que aún cansados,continúan incansables.