martes, 21 de septiembre de 2010

AQUI ESTOY, EN MEDIO DE VOSOTROS

A inicios del año 1872 Don Bosco se recuperaba en la ciudad de Varazze de la penosa enfermedad que lo había tenido postrado por más de tres meses y alejado, pues, de su querido Oratorio de San Francisco de Sales. A pesar de haber estado a las puertas de la muerte, su pensamiento estaba siempre en Turín, su corazón, en medio de sus muchachos. En febrero escribía a Don Rua expresándole su deseo de estar pronto en casa:

“El jueves próximo, si Dios quiere, estaré en Turín. Siento una gran necesidad de llegar. Yo vivo aquí con el cuerpo, pero mi corazón, mis pensamientos y hasta mis palabras están siempre en el Oratorio, en medio de vosotros”.
Este es Don Bosco. Siempre “en medio de los jóvenes” aunque esté lejos por mil razones. Es verdad que a medida que la obra salesiana se extendía y asumía nuevos frentes de acción Don Bosco se veía obligado a estar cada vez más tiempo fuera de Turín. Sin embargo, siempre anhelaba volver, siempre un recuerdo afectuoso para todos, siempre el deseo de recuperar el pulso de la vida cotidiana en medio de las tareas de la casa madre.
Siempre que las ocupaciones se lo permitían, Don Bosco volvía al Oratorio. Y si estaba en casa, a lo largo de la jornada se empleaba a fondo para estar con sus salesianos y sus muchachos: confesaba, estaba en el patio, tenía una palabra para todos, daba las buenas noches, se hacía presente en el ejercicio mensual de la buena muerte (retiro), daba conferencias a los salesianos y a los jóvenes… ¡No paraba!
En unas buenas noches del 31 de marzo de 1876, según recoge Don Barberis en su crónica, Don Bosco insistió a sus muchachos:

“Tened esto en vuestra cabeza. Aunque os parezca que estoy ocupado, me siento siempre muy contento cuando venís a buscarme en la Iglesia o fuera de ella…”

Y es que Don Bosco, a pesar de los años, se sentía siempre feliz en medio de sus chicos. Especialmente intensa era su implicación en los momentos importantes de la vida de la casa: fiestas de la Virgen, tiempos litúrgicos fuertes, mes de mayo, los ejercicios espirituales… Su celo pastoral lo llevaba a pasar horas en el confesonario, a preparar sermones, a disponer los “recuerdos” de los ejercicios espirituales, a implicar a unos y otros para que todo resultase bien.
No me cabe duda de que Don Bosco sigue “aquí, en medio de nosotros”, en cada una de nuestras casas. Y que su experiencia en Valdocco sigue siendo para nosotros criterio carismático de fidelidad a los orígenes. Volver a Don Bosco es volver a los jóvenes. También físicamente: presentes en el patio, implicados en la vida de la casa, con la palabra y el gesto oportuno para el que se acerca, con la sonrisa acogedora y la mirada bondadosa para con todos.
“Cerca o lejos, siempre pienso en vosotros”, dirá Don Bosco en la Carta de Roma de 1884. Fue la expresión de toda su vida. Como acentuó Don Rua, su más inmediato colaborador y uno de sus primeros jóvenes en el Oratorio, “No dio paso, no pronunció una palabra, no se comprometió con ninguna empresa que no tuviera como objeto la salvación de los jóvenes… Lo único que realmente le interesó fueron las almas”.
Volvamos a Valdocco también nosotros. Como Don Bosco, siempre en medio de los jóvenes. Con la mente, con el corazón, con la palabra. Recuperemos nuestra patria.

2 comentarios:

Alejandro Gámiz dijo...

Don Bosco tuvo una gran maestra. Siempre comprometida, haciendo una tarea educativa en la constancia y en el deber, amando a los jóvenes. Dejándose llevar por su fe y el amor a Dios. Esa era Mamá Margarita. Siempre con la palabra y el gesto apropiado para apoyar a Juan. Una crack!. Cuánto debe la familia salesina a esa madre!.

Josefa dijo...

¡¡Gracias amigo Pepe, por la narración entrañable y cierta de la vida de D. Bosco!!
No está demás revisar si estamos en sintonía con el deseo de él, presencia activa, viva y constante de los salesianos con los jóvenes. Aunque parezca una retórica, D. Bosco, dejó bien claro lo que le movió a dejar en marcha esta bendita congregación, la cual siguió fielmente D. Rua.
¡¡Bien retornado amigo Pepe!!
Un abrazo. Josefa