domingo, 18 de abril de 2010

¡TE ESPERAMOS!

Queridos amigos:
Don Bosco realizó en los últimos años de su vida un viaje a España con la finalidad de seguir recabando fondos para financiar sus obras y, especialmente, la Basílica del Sagrado Corazón en Roma. Además, había expresado en varias ocasiones su deseo de visitar a sus “amigos de España”. Los salesianos estaban ya en la ciudad condal desde 1884 gracias a la caridad y a la generosidad de personas admiradoras de la obra de Don Bosco. Invitado por insignes benefactores, entre ellos Doña Dorotea de Chopitea, viajó a Barcelona y permaneció en la ciudad entre el 8 de abril y el seis de mayo de 1886.
Fue un viaje difícil, largo y penoso. Acompañaron al Santo su secretario Don Viglettti y el propio don Rua, por aquel entonces Vicario del Rector Mayor. Ambos fueron testigos de la espléndida acogida que le dispensó la ciudad y del afecto de todos los barceloneses que no dejaron de visitarle y de reclamar por todas partes por donde pasaba su bendición. Acompañaba a Don Bosco una aureola de santidad y muchos querían encontrar al hombre de Dios para pedir su intercesión en alguna gracia.
La salud del anciano sacerdote era muy precaria. Ya durante el trayecto, ante la debilidad física que manifestaba y los problemas que se fueron sucediendo se pensó en suspender el viaje y volver a Turín. Pero ante la insistencia de Don Bosco, deseoso de encontrar a sus amigos españoles, dispusieron todo para poder seguir adelante con el programa establecido, aunque con las mayores precauciones y cuidados posibles. El secretario Vigletti, el 4 de abril escribe a Lemoyne en Turín:

- “Papá tiene mucho ánimo a pesar de su debilidad física”

El recibimiento fue espléndido y las atenciones afectuosas y delicadas. La sociedad barcelonesa sabía de la llegada del santo sacerdote y le dispensó una calurosa bienvenida. Se hicieron eco los periódicos de la ciudad y durante días Don Bosco atendió a todos, recibió a todos y bendijo a todos los que se acercaban hasta él para escuchar una palabra de aliento, un consejo espiritual o simplemente tocar su sotana.
Pero un hecho extraordinario marcará de manera especial estos primeros días de estancia en Barcelona. Entre los días 9 y 10 de abril, Don Bosco soñó. Lo contó emocionado a Don Rua, a su secretario Viglietti y a Don Branda, Director de Sarriá. Se trataba de un sueño “misionero”. Don Bosco vio miles de jóvenes que le gritaban: “¡Te esperamos!”. Y apareció también un grupo de muchachos conducidos por una pastorcita que le indicó países y lugares desconocidos. Ésta trazó una línea desde Santiago de Chile a Pequín a través de África. La pastorcita le dijo:

- Ahora te haces una idea exacta de lo que deben hacer tus salesianos.
- Pero ¿cómo podremos hacer? Las distancias son inmensas, los sitios de difícil acceso y no somos todavía suficientes.

La pastorcita indicó todavía puntos en India o en China, donde habría nuevos noviciados. Todos estaban emocionados al escuchar todo esto convencidos de que se trataba de un signo del cielo, como había sucedido en tantas otras ocasiones.
Al terminar el relato, Don Bosco exclamó:

- ¡Oh, cómo nos quiere María!

Don Viglietti registró todo con sumo cuidado en su cuaderno de crónicas del viaje. Don Rua no olvidaría nunca aquel sueño convencido de que todo se cumpliría algún día. No podía saber entonces que sería él mismo, siendo Rector Mayor, quien enviaría a los hijos de Don Bosco a África y a Asia siendo testigo de la extraordinaria expansión de la Congregación. El primer sucesor de Don Bosco confió siempre en el cumplimiento de aquella premonición.
“Cómo nos quiere María”, había exclamado Don Bosco. Era, una vez más, la expresión convencida de que María Auxiliadora acompañaba e intercedía siempre por la Congregación. Estas revelaciones le acompañaron toda la vida y Don Bosco entendió que podía ir adelante porque la bendición de Dios y la mediación materna de la Virgen nunca faltarían.
Así lo transmitió a sus hijos y así lo han vivido generaciones y generaciones de salesianos que han corroborado una y mil veces que la confianza en María Auxiliadora genera siempre milagros.

Vuestro amigo, José Miguel Núñez

1 comentario:

Josefa dijo...

¡¡Qué gozada de relato de los últimos viajes de nuestro fundador!!

He tenido la dicha de visitar en dos ocasiones Basílica del Sagrado Corazón en Roma. Conociendo el trabajo que le costó llevar a cabo la petición del Papa, sus viajes para recolectar los fondos necesarios ¡¡Te emocionas al verla!! y te preguntas ¿Qué no consiguió D.Bosco? Ufu Para mi estaba enchufado con el cielo.

Tuvo una gran visión de futuro, pero para ser más exacta la Maestra Mª Auxiliadora no lo dejó nunca , lo quiso, nos quiere y seguirá queriéndonos¡¡Vaya si se cumplió su visión!! Yo visité hace muy poquito una de las casa de Santiago de Chile, me presenté como Salesiana Cooperadora ¡¡No vi diferencia en la forma del colegio, de los alumnos, de los salesianos allí trabajando, me sentí en mi casa!!

Un abrazo Pepe. Gracias por tus comentarios se viven. Josefa