Mis queridos amigos:
Dicen de él que es uno de los que mejor ha comprendido el espíritu de Don Bosco y ha escrito sobre él. Se llama Alberto Caviglia y estuvo en el Oratorio entre los años 1881-1884 y se quedó para siempre con Don Bosco. De aquel chaval despierto, alegre e inteligente Don Bosco decía bromeando: “Caviglia hará maravillas”.
Y así fue. Una vez más se cumplió la profecía del Santo. Don Caviglia se hizo salesiano y fue uno de los grandes “padres de la Congregación” en aquella etapa inicial que nos une directamente al Fundador. Preparado y brillante, desarrolló un enorme trabajo de publicaciones, ediciones críticas e introducciones a las obras de Don Bosco e innumerables estudios sobre salesianidad, especialmente en torno a la pedagogía y a la espiritualidad de Don Bosco.
Le gustaba decir que Don Bosco le había hecho un “salesiano de raza” forjando en él un hombre de honda espiritualidad y asimilando junto a quien fue su confesor durante los años que permaneció en el Oratorio, su estilo, su creatividad y su corazón apostólico.
Don Caviglia fue un salesiano entusiasta de Don Bosco. Para él, el Santo era el hombre de la bondad, del corazón, de la ternura para con los más pequeños y más pobres. Así se expresaba en una de sus obras (“Don Bosco, un profilo storico”) publicada en 1934:
“Don Bosco es el hombre de la bondad, del buen corazón (…) es la bondad paternal, la ternura y la solicitud maternal para con los pequeños, para con los más pobres entre los pequeños, para con los más pobres y los más pequeños. Nosotros lo hemos conocido, yo le debo todo lo que soy (¡y lo recuerdo con emoción!), nosotros podemos decir que aquel hombre, si ha cometido – por así decirlo – algún error, ha sido siempre el de escuchar más al corazón que a la razón, y entre ésta y aquel jamás dudó ni un momento en la elección”.
Es el testimonio de un hombre que experimentó de cerca, siendo tan solo un muchacho, la extraordinaria humanidad de aquel viejo sacerdote vencido por las pruebas de la vida y los muchos años vividos intensamente pero de sonrisa intacta y corazón afectuoso.
El joven Alberto no pudo conocer de primera mano los años en los que Don Bosco estaba en plena actividad. Sólo pudo percibir, en aquellos pocos años junto a Don Bosco envejecido y enfermo su grandeza de ánimo y su magnanimidad, su afectuosa paternidad y su amistad franca, su profundidad espiritual y su santidad. Y esta experiencia lo marcará para siempre.
Vivió toda su vida salesiana empeñado en transmitir con fidelidad a las nuevas generaciones que no habían conocido a Don Bosco su figura, su obra y su espíritu. Es conocida la anécdota en la que Don Caviglia, ya con muchos años, dirigía a un grupo de salesianos unos ejercicios espirituales y comenzó diciendo: “Estoy aquí para emboscaros”.
Y así fue su vida, un deseo de emboscar a todos empapándonos de su espíritu y transmitiendo una imagen fiel y auténtica de aquel a quien debía todo lo que era y que fue para él, como para todos los que convivieron con él, el padre, el maestro, el amigo.
Gracias Don Alberto. También nosotros hemos caído en tu emboscada.Vuestro amigo, José Miguel Núñez
Dicen de él que es uno de los que mejor ha comprendido el espíritu de Don Bosco y ha escrito sobre él. Se llama Alberto Caviglia y estuvo en el Oratorio entre los años 1881-1884 y se quedó para siempre con Don Bosco. De aquel chaval despierto, alegre e inteligente Don Bosco decía bromeando: “Caviglia hará maravillas”.
Y así fue. Una vez más se cumplió la profecía del Santo. Don Caviglia se hizo salesiano y fue uno de los grandes “padres de la Congregación” en aquella etapa inicial que nos une directamente al Fundador. Preparado y brillante, desarrolló un enorme trabajo de publicaciones, ediciones críticas e introducciones a las obras de Don Bosco e innumerables estudios sobre salesianidad, especialmente en torno a la pedagogía y a la espiritualidad de Don Bosco.
Le gustaba decir que Don Bosco le había hecho un “salesiano de raza” forjando en él un hombre de honda espiritualidad y asimilando junto a quien fue su confesor durante los años que permaneció en el Oratorio, su estilo, su creatividad y su corazón apostólico.
Don Caviglia fue un salesiano entusiasta de Don Bosco. Para él, el Santo era el hombre de la bondad, del corazón, de la ternura para con los más pequeños y más pobres. Así se expresaba en una de sus obras (“Don Bosco, un profilo storico”) publicada en 1934:
“Don Bosco es el hombre de la bondad, del buen corazón (…) es la bondad paternal, la ternura y la solicitud maternal para con los pequeños, para con los más pobres entre los pequeños, para con los más pobres y los más pequeños. Nosotros lo hemos conocido, yo le debo todo lo que soy (¡y lo recuerdo con emoción!), nosotros podemos decir que aquel hombre, si ha cometido – por así decirlo – algún error, ha sido siempre el de escuchar más al corazón que a la razón, y entre ésta y aquel jamás dudó ni un momento en la elección”.
Es el testimonio de un hombre que experimentó de cerca, siendo tan solo un muchacho, la extraordinaria humanidad de aquel viejo sacerdote vencido por las pruebas de la vida y los muchos años vividos intensamente pero de sonrisa intacta y corazón afectuoso.
El joven Alberto no pudo conocer de primera mano los años en los que Don Bosco estaba en plena actividad. Sólo pudo percibir, en aquellos pocos años junto a Don Bosco envejecido y enfermo su grandeza de ánimo y su magnanimidad, su afectuosa paternidad y su amistad franca, su profundidad espiritual y su santidad. Y esta experiencia lo marcará para siempre.
Vivió toda su vida salesiana empeñado en transmitir con fidelidad a las nuevas generaciones que no habían conocido a Don Bosco su figura, su obra y su espíritu. Es conocida la anécdota en la que Don Caviglia, ya con muchos años, dirigía a un grupo de salesianos unos ejercicios espirituales y comenzó diciendo: “Estoy aquí para emboscaros”.
Y así fue su vida, un deseo de emboscar a todos empapándonos de su espíritu y transmitiendo una imagen fiel y auténtica de aquel a quien debía todo lo que era y que fue para él, como para todos los que convivieron con él, el padre, el maestro, el amigo.
Gracias Don Alberto. También nosotros hemos caído en tu emboscada.Vuestro amigo, José Miguel Núñez
1 comentario:
Buen día amigo Pepe.
Hoy al leer tus palabritas al oído, la "EMBOSCADA" me la he recibido yo.
No conocía la vida de este gran hombre,sólo me sonaba su nombre. Pero “salesiano de raza”
Y muchos más calificativos que le das la verdad es que no.
Siempre nos enriqueces amigo ¡¡Gracias!! Josefa
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