Mis queridos amigos:
El Capítulo General 26 ha sido un acontecimiento de gracia del Espíritu para toda la Congregación. Como el Rector Mayor nos dijo en su discurso de clausura, se trata ahora de encender el corazón de los salesianos para que, partiendo de Don Bosco, relancemos con fuerza el carisma salesiano para seguir anunciando con entusiasmo y autenticidad al Señor de la Vida entre los jóvenes más abandonados y excluidos.
Queremos, pues, volver a las aguas más limpias y auténticas de nuestra historia para tomar impulso renovador que nos lance decididamente hacia el futuro desde un presente lleno de retos y oportunidades.
Hemos recordado mucho estos días el inicio de nuestra Congregación. Nuestra familia nace en un contexto impregnado de una espiritualidad honda y sencilla a un tiempo, pero muy pegada a la realidad cotidiana y con la mirada siempre en lo alto. Don Bosco formó a un puñado de jóvenes que crecieron junto a él y que, en buena medida, no conocieron más familia que la del Oratorio. De la nada, nuestro padre formó la Sociedad Salesiana con los muchachos que él mismo forjó a su imagen y semejanza y que no respiraron otro aire que el espíritu generado en Valdocco con la explosión carismática suscitada a través de la santidad de Don Bosco.
Un ambiente espiritual extraordinario que tiene la antesala en aquel grupo de jóvenes que con Domingo Savio y Miguel Rua el 8 de junio de 1856 dieron vida a la Compañía de la Inmaculada. Tres años más tarde, en diciembre del 1859, Ghivarello, Cerruti, Francesia que habían sido también compañeros de Domingo Savio, están entre los que adherirán a la propuesta de Don Bosco de fundación de la Congregación. ¡Es un hecho extraordinario! En el momento de la firma del acto de adhesión, Don Bosco tiene cuarenta y cuatro años; Cerruti tiene quince; Chiapale tiene dieciséis; Rovetto diecisiete… Entre los firmantes, si exceptuamos a Don Bosco y a Don Alasonatti (que ya era sacerdote diocesano), ¡la edad media no alcanzaba los veintiuno!
Verdaderamente Dios estuvo grande. Aunque en la humildad de las habitaciones de Don Bosco, con un cura campesino y un grupo de muchachos sencillos como protagonistas, el evento tiene la portada de los grandes acontecimientos.
El próximo 18 diciembre se cumple el 150 aniversario de la Fundación de la Congregación. Un momento más que estimulante para dar gracias a Dios por todo lo que el Espíritu Santo ha suscitado a través de esta familia en los cinco continentes en un siglo y medio de historia. Pero ocasión más que oportuna para releer con las claves del siglo XXI las grandes intuiciones que dieron origen a nuestra familia. Hemos de saber encontrar dinamismos que estimulen nuestra respuesta al Señor en fidelidad dinámica a cuanto Don Bosco nos legó.
Como aquellos jóvenes de la primera hora, no podremos tener otra mirada que la de nuestro padre, no puede latir el corazón con otro latido que el de nuestro padre, no pueden ser nuestras manos diferentes, en la operatividad creativa e industriosa por el bien de los jóvenes, de las de nuestro padre.
Encender el corazón. Es el viento del Espíritu que sopla con fuerza en este tiempo nuevo que nos toca vivir y que quiere avivar las brasas del alma.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez
El Capítulo General 26 ha sido un acontecimiento de gracia del Espíritu para toda la Congregación. Como el Rector Mayor nos dijo en su discurso de clausura, se trata ahora de encender el corazón de los salesianos para que, partiendo de Don Bosco, relancemos con fuerza el carisma salesiano para seguir anunciando con entusiasmo y autenticidad al Señor de la Vida entre los jóvenes más abandonados y excluidos.
Queremos, pues, volver a las aguas más limpias y auténticas de nuestra historia para tomar impulso renovador que nos lance decididamente hacia el futuro desde un presente lleno de retos y oportunidades.
Hemos recordado mucho estos días el inicio de nuestra Congregación. Nuestra familia nace en un contexto impregnado de una espiritualidad honda y sencilla a un tiempo, pero muy pegada a la realidad cotidiana y con la mirada siempre en lo alto. Don Bosco formó a un puñado de jóvenes que crecieron junto a él y que, en buena medida, no conocieron más familia que la del Oratorio. De la nada, nuestro padre formó la Sociedad Salesiana con los muchachos que él mismo forjó a su imagen y semejanza y que no respiraron otro aire que el espíritu generado en Valdocco con la explosión carismática suscitada a través de la santidad de Don Bosco.
Un ambiente espiritual extraordinario que tiene la antesala en aquel grupo de jóvenes que con Domingo Savio y Miguel Rua el 8 de junio de 1856 dieron vida a la Compañía de la Inmaculada. Tres años más tarde, en diciembre del 1859, Ghivarello, Cerruti, Francesia que habían sido también compañeros de Domingo Savio, están entre los que adherirán a la propuesta de Don Bosco de fundación de la Congregación. ¡Es un hecho extraordinario! En el momento de la firma del acto de adhesión, Don Bosco tiene cuarenta y cuatro años; Cerruti tiene quince; Chiapale tiene dieciséis; Rovetto diecisiete… Entre los firmantes, si exceptuamos a Don Bosco y a Don Alasonatti (que ya era sacerdote diocesano), ¡la edad media no alcanzaba los veintiuno!
Verdaderamente Dios estuvo grande. Aunque en la humildad de las habitaciones de Don Bosco, con un cura campesino y un grupo de muchachos sencillos como protagonistas, el evento tiene la portada de los grandes acontecimientos.
El próximo 18 diciembre se cumple el 150 aniversario de la Fundación de la Congregación. Un momento más que estimulante para dar gracias a Dios por todo lo que el Espíritu Santo ha suscitado a través de esta familia en los cinco continentes en un siglo y medio de historia. Pero ocasión más que oportuna para releer con las claves del siglo XXI las grandes intuiciones que dieron origen a nuestra familia. Hemos de saber encontrar dinamismos que estimulen nuestra respuesta al Señor en fidelidad dinámica a cuanto Don Bosco nos legó.
Como aquellos jóvenes de la primera hora, no podremos tener otra mirada que la de nuestro padre, no puede latir el corazón con otro latido que el de nuestro padre, no pueden ser nuestras manos diferentes, en la operatividad creativa e industriosa por el bien de los jóvenes, de las de nuestro padre.
Encender el corazón. Es el viento del Espíritu que sopla con fuerza en este tiempo nuevo que nos toca vivir y que quiere avivar las brasas del alma.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez
3 comentarios:
Gracias nuevamente por hacer de tus palabras un momento de reflexión y oracion. Un amigo
Me he encantado las "Palabras" sobre el 150 aniversario. Volvamos al corazón de Don Bosco!! Sin desfallecer. Gracias Pepe por esta iniciativa
felicidades por la efemeride...
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