Mis queridos amigos:
Dicen que un santo arrastra a otro santo. Lo cierto es que el Espíritu hace su trabajo en el corazón de las personas y en no pocas ocasiones la santidad es contagiosa. Me he preguntado más de una vez qué pudo sentir Don Bosco cuando conoció, casi por casualidad, a una mujer extraordinaria en un pequeño pueblo del Monferrato llamado Mornese. Una joven despierta, con una gran fuerza de arrastre y que transparentaba a Dios en cuanto decía y hacía. Sin duda, pensaría Don Bosco, extraordinaria esta Maín.
María Mazzarello hizo de su vida un canto a la providencia de Dios que está siempre cerca de los pequeños y de los pobres. Una mujer profundamente creyente que supo hacer de Dios el centro de su vida y de su historia. Se sintió amada y escogida y no dudó en responder con todas sus fuerzas a la iniciativa de aquel que le había amado primero. Forjada en la dura vida de los hombres y mujeres del campo, con una tenacidad propia de quien sabe aprovechar y desarrollar todos sus recursos, supo cultivar en la sencillez de la vida cotidiana una espiritualidad de hondas raíces y muy pegada a la realidad de cada día.
De mirada larga, cultivó la amistad con el Señor e hizo crecer en su corazón una fuerte unión con el Dios de la Vida, como están unidos los sarmientos a la vid. Y dio mucho fruto. En la originalidad de dones que el propio Espíritu le concedió, María Mazzarello se puso manos a la obra y con una caridad apostólica de hondo calado fue instrumento del Señor para las jóvenes de Mornese a quienes implicó y comprometió en un servicio educativo-evangelizador con las niñas y jóvenes del pueblo.
Respiró el mismo aire de Don Bosco y cuando se encontraron, ambos descubrieron enseguida que estaban delante de alguien a quien el Espíritu había tocado de manera especial. María Mazzarello sintió que Don Bosco era un Santo, pero Don Bosco experimentó también la grandeza de aquella mujer campesina que hablaba de Dios con familiaridad y con una profundidad inusual. Recorrieron juntos el camino hicieron grandes cosas. María, fiel a la llamada de Dios, consagró su vida al Evangelio con el estilo salesiano que en ella se hizo femenino creativa y originalmente.
Su vida y su obra nos interrogan y comprometen. Fiel al Señor, supo responder con generosidad a su llamada ¿Y tú, te sientes llamado por el Señor? ¿Cómo estás respondiendo a su llamada? Madre Mazarello, tras las huellas de Jesús, inspirada por Don Bosco, nos invita a vivir unidos fuertemente a la vid y decir “si” a un proyecto apostólico que nos conduce al amor.
Lo dicho, una mujer extraordinaria.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez
Dicen que un santo arrastra a otro santo. Lo cierto es que el Espíritu hace su trabajo en el corazón de las personas y en no pocas ocasiones la santidad es contagiosa. Me he preguntado más de una vez qué pudo sentir Don Bosco cuando conoció, casi por casualidad, a una mujer extraordinaria en un pequeño pueblo del Monferrato llamado Mornese. Una joven despierta, con una gran fuerza de arrastre y que transparentaba a Dios en cuanto decía y hacía. Sin duda, pensaría Don Bosco, extraordinaria esta Maín.
María Mazzarello hizo de su vida un canto a la providencia de Dios que está siempre cerca de los pequeños y de los pobres. Una mujer profundamente creyente que supo hacer de Dios el centro de su vida y de su historia. Se sintió amada y escogida y no dudó en responder con todas sus fuerzas a la iniciativa de aquel que le había amado primero. Forjada en la dura vida de los hombres y mujeres del campo, con una tenacidad propia de quien sabe aprovechar y desarrollar todos sus recursos, supo cultivar en la sencillez de la vida cotidiana una espiritualidad de hondas raíces y muy pegada a la realidad de cada día.
De mirada larga, cultivó la amistad con el Señor e hizo crecer en su corazón una fuerte unión con el Dios de la Vida, como están unidos los sarmientos a la vid. Y dio mucho fruto. En la originalidad de dones que el propio Espíritu le concedió, María Mazzarello se puso manos a la obra y con una caridad apostólica de hondo calado fue instrumento del Señor para las jóvenes de Mornese a quienes implicó y comprometió en un servicio educativo-evangelizador con las niñas y jóvenes del pueblo.
Respiró el mismo aire de Don Bosco y cuando se encontraron, ambos descubrieron enseguida que estaban delante de alguien a quien el Espíritu había tocado de manera especial. María Mazzarello sintió que Don Bosco era un Santo, pero Don Bosco experimentó también la grandeza de aquella mujer campesina que hablaba de Dios con familiaridad y con una profundidad inusual. Recorrieron juntos el camino hicieron grandes cosas. María, fiel a la llamada de Dios, consagró su vida al Evangelio con el estilo salesiano que en ella se hizo femenino creativa y originalmente.
Su vida y su obra nos interrogan y comprometen. Fiel al Señor, supo responder con generosidad a su llamada ¿Y tú, te sientes llamado por el Señor? ¿Cómo estás respondiendo a su llamada? Madre Mazarello, tras las huellas de Jesús, inspirada por Don Bosco, nos invita a vivir unidos fuertemente a la vid y decir “si” a un proyecto apostólico que nos conduce al amor.
Lo dicho, una mujer extraordinaria.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez
1 comentario:
Querido amigo Pepe.
Creo en la Providencia, por tanto Dios puso en el camino de D. Bosco a Madre María Mazzarello. No hay que olvidar que D. Bosco estaba en todo, que tenía un ojo divino, lo mismo que habían chicos necesitados de todo, seguro que chicas también, él se interesaría por ellas. Dios hace su obra y se produce ese encuentro para mayor gloría suya.
¡¡Un Santo arrastra a otro Santo!! Muchos ejemplos de ello tenemos en la historia de la Iglesia.
Lo que más me anima a seguir en mi misión de cristiana, es saber que todos estamos llamados a la Santidad, en lo sencillo, cotidiano, pero llenos de Dios en la oración ¡¡Sin Él no somos nada!!
Un abrazo voy poniéndome al día. Josefa
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