Mis queridos amigos:
En 1863, casi cuatro años después de la fundación de los salesianos, Don Bosco decide dar un paso decisivo para el desarrollo de su obra. Considera que ha llegado el momento para trasplantar la experiencia de Valdocco fuera de Turín. Sin duda, se trata de una decisión delicada y el Rector Mayor de la naciente Congregación quiere tener las garantías necesarias para que el carisma pueda desarrollarse en nuevas presencias. Es la primera experiencia fuera de la “casa madre” y hay que tratar de asegurar que el espíritu se mantenga intacto.
Puestos a pensar, fija su mirada - sin dudar - en quien mejor podrá llevar adelante el proyecto con garantías. No hay otro que Miguel Rua, desde el inicio de la fundación Prefecto de la Congregación. Miguel acaba de ser ordenado hace tres años. Es un joven sacerdote pero desempeña su responsabilidad, como lo ha hecho siempre, con gran sentido de fidelidad a la Regla y de lealtad a Don Bosco. Capacidades le sobran y su experiencia al lado de su padre desde el principio lo hacen el mejor intérprete posible de su pensamiento y de su acción.
La obra que va a comenzar es un pequeño seminario en Mirabello, de acuerdo con el Sr. Obispo y demás autoridades del lugar. Y Don Bosco comunica a Don Rua su decisión. Es de imaginar que la nueva responsabilidad inquieta al joven Miguel que, a buen seguro, balbuceará algunas dificultades. Pero Don Bosco está seguro: Don Rua dirá que sí y afrontará el reto con todas las consecuencias.
Pasadas las primeras impresiones, Don Bosco saldrá al paso del lógico temor de quien ha sido hasta ahora su mano derecha:
- No te preocupes, Miguel, harás de Don Bosco en Mirabello. Y lo harás muy bien.
- Pero Don Bosco, no sé si seré capaz…
- Intenta hacerte amar siempre, Miguel, intenta hacerte amar…
El joven Rua no olvidará jamás aquellas palabras llenas de afecto y confianza. Fue Don Bosco en Mirabello. Junto a él, un puñado de clérigos y un grupo de los mejores muchachos de Valdocco que fueron auténtico fermento en medio de los compañeros con los que comenzaron el curso. De nuevo, los jóvenes fueron co-fundadores de la nueva presencia salesiana, la primera fuera de Turín. Y la obra salesiana se implantó con fidelidad echando fuertes raíces aún con las dificultades propias de todo inicio.
- Nada te turbe, Miguel, nada te turbe…
Y aquel “otro” Don Bosco, con corazón confiado, supo ponerle rostro a la bondad y una sonrisa creativa al carisma salesiano que empezaba a desarrollarse con una fuerza arrolladora.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez
En 1863, casi cuatro años después de la fundación de los salesianos, Don Bosco decide dar un paso decisivo para el desarrollo de su obra. Considera que ha llegado el momento para trasplantar la experiencia de Valdocco fuera de Turín. Sin duda, se trata de una decisión delicada y el Rector Mayor de la naciente Congregación quiere tener las garantías necesarias para que el carisma pueda desarrollarse en nuevas presencias. Es la primera experiencia fuera de la “casa madre” y hay que tratar de asegurar que el espíritu se mantenga intacto.
Puestos a pensar, fija su mirada - sin dudar - en quien mejor podrá llevar adelante el proyecto con garantías. No hay otro que Miguel Rua, desde el inicio de la fundación Prefecto de la Congregación. Miguel acaba de ser ordenado hace tres años. Es un joven sacerdote pero desempeña su responsabilidad, como lo ha hecho siempre, con gran sentido de fidelidad a la Regla y de lealtad a Don Bosco. Capacidades le sobran y su experiencia al lado de su padre desde el principio lo hacen el mejor intérprete posible de su pensamiento y de su acción.
La obra que va a comenzar es un pequeño seminario en Mirabello, de acuerdo con el Sr. Obispo y demás autoridades del lugar. Y Don Bosco comunica a Don Rua su decisión. Es de imaginar que la nueva responsabilidad inquieta al joven Miguel que, a buen seguro, balbuceará algunas dificultades. Pero Don Bosco está seguro: Don Rua dirá que sí y afrontará el reto con todas las consecuencias.
Pasadas las primeras impresiones, Don Bosco saldrá al paso del lógico temor de quien ha sido hasta ahora su mano derecha:
- No te preocupes, Miguel, harás de Don Bosco en Mirabello. Y lo harás muy bien.
- Pero Don Bosco, no sé si seré capaz…
- Intenta hacerte amar siempre, Miguel, intenta hacerte amar…
El joven Rua no olvidará jamás aquellas palabras llenas de afecto y confianza. Fue Don Bosco en Mirabello. Junto a él, un puñado de clérigos y un grupo de los mejores muchachos de Valdocco que fueron auténtico fermento en medio de los compañeros con los que comenzaron el curso. De nuevo, los jóvenes fueron co-fundadores de la nueva presencia salesiana, la primera fuera de Turín. Y la obra salesiana se implantó con fidelidad echando fuertes raíces aún con las dificultades propias de todo inicio.
- Nada te turbe, Miguel, nada te turbe…
Y aquel “otro” Don Bosco, con corazón confiado, supo ponerle rostro a la bondad y una sonrisa creativa al carisma salesiano que empezaba a desarrollarse con una fuerza arrolladora.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez
5 comentarios:
Gracias Pepe.
¡¡Qué gran hombre fue D. Miguel Rua!!
D. Bosco quiso compartir todo con él.” Nosotros dos lo haremos todo a media”
Y vaya si lo hicieron, 36 años junto se dice muy pronto, codo a codo colaborando en todo.
Pudo tener dudas de su capacidad para afrontar responsabilidades, pero tenía mucha fe y una mano que lo ayudaba con su confianza.
Este elogio se lo hizo D. Bosco a él
¡¡Dios envíe a su santa Iglesia muchos religiosos y sacerdotes tan observantes como él!!
Desde aquí le sigo pidiendo a Dios que nos siga mandando muchos y Santos sacerdotes.
Un saludo cordial Josefa.
Muchas gracias por "Tus palabras al oido" que hacen no olvidarnos en el dia a dia de nuestros orígenes y del Carisma del que bebimos un día y que nos ha marcado el corazón y nos quema cada vez que volvemos a casa despues de haber andado por tierras lejanas.
Un abrazo Pepe.
Enrique
“En Mirabello trataré de ser Don Bosco”
"Hoy, 29 de octubre, la Familia Salesiana celebramos la memoria litúrgica del Beato Miguel Rúa, primer sucesor de Don Bosco y fidelísimo hijo suyo"
HIMNO
Eres la regla viviente,
y así todos te conocen,
porque sabías que en ella
Juan Bosco mismo se esconde.
Testigo fiel de un tesoro
de carismático dones,
sus riquísimas esencias
custodiarlas te propones.
No es la letra que se estanca
de los falsos seguidores;
es la vida que perdura
aposentada en renglones.
Aunque se fue, sigue vivo
-palabras, gestos, acciones-
en la memoria perenne
de todos los corazones.
Lo comparto. Saludos Josefa
Aunque se fue, sigue vivo
-palabras, gestos, acciones-
en la memoria perenne
de todos los corazones.....
A pesar de todo y la distancia aun estas en nuestros corazones,gracias por tus palabras,un beso de todos.carmen
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