Mis queridos amigos:
Los últimos meses de 1853 fueron muy difíciles en el Oratorio de Valdocco. La casa se iba consolidando, los muchachos eran cada vez más, la necesidades cada día más urgentes… y Don Bosco con una deuda a la que no sabía cómo hacer frente.
Una vez más recurre a sus benefactores pidiendo a unos y otros una ayuda económica para hacer frente a una situación que llevaba camino de hacerse desesperada. Como le escribe al Señor Conti (un señor influyente en la ciudad) en noviembre, Don Bosco está de deudas “hasta el cuello”.
Su carta de enero de 1854 al Conde Solaro della Margherita no deja lugar a dudas de lo angustioso de la situación y refleja a las mil maravillas el genio de Don Bosco antes las dificultades:
“El encarecimiento de todos los alimentos, el número creciente de jóvenes abandonados, la disminución de muchos donativos que me hacían algunos particulares y que ya no me llegan… Todo esto me tiene sumido en tal necesidad que ya no sé cómo salir de ella. Sin contar muchos otros gastos, la factura del panadero para este trimestre es elevadísima y no sé de dónde sacar el dinero. Hay que comer. Y si yo niego un pedazo de pan a estos jóvenes en peligro y ‘peligrosos’ (está subrayado aposta en la carta), los expongo a grandes riesgos para su alma y para su cuerpo…”
Son, realmente, las preocupaciones de Don Bosco por mantener y llevar adelante su obra en momentos de gran necesidad. Su espíritu emprendedor le hará desenvolverse con creatividad para hacer frente a estas situaciones que arriesgaban de hacerse crónicas por la progresiva e imparable complejidad del Oratorio.
Sabemos que a finales del mes de enero, Don Bosco organizará una nueva lotería para paliar la falta de recursos. En la circular de presentación de la misma, el buen sacerdote escribe:
“Las graves necesidades en las que me encuentro en este año debido a los múltiples gastos en los tres oratorios erigidos en esta ciudad para la juventud en peligro me obligan a recurrir a la beneficencia pública…”
El corazón de pastor de Don Bosco se las ingeniaba para buscar recursos. En el centro de sus desvelos estaban sus muchachos abandonados y en peligro a los que cada día había que dar de comer, alojar y vestir.
Pero en medio de tantas dificultades y estrecheces, Don Bosco sigue adelante ampliando su proyecto. Un par de años antes, había sido inaugurada la nueva iglesia de San Francisco de Sales; ese mismo año de 1854 estará listo el nuevo edificio que prolongaba la casa Pinardi en ángulo recto y en paralelo con la iglesia; al final del año, Don Bosco abrirá nuevas clases y nuevos talleres en el oratorio; en febrero de 1855, tan solo un año más tarde, Don Bosco anunciaba al obispo Gastaldi la compra de un terreno delante de la Iglesia de San Francisco de Sales (1258 m2) para nuevas clases y talleres… ¡Increíble!
¡Don Bosco era furbo (listo)! Pero su furbizzia no era más que la expresión de una caridad pastoral emprendedora y creativa que no se paraba nunca, cuando del bien de sus muchachos se trataba. Eran las preocupaciones de un pobre cura que quiere lo mejor para sus hijos, pero era también el genio de un pastor que se sabía conducido por una estrella que siempre indicaba el camino.
Buena semana.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez
Los últimos meses de 1853 fueron muy difíciles en el Oratorio de Valdocco. La casa se iba consolidando, los muchachos eran cada vez más, la necesidades cada día más urgentes… y Don Bosco con una deuda a la que no sabía cómo hacer frente.
Una vez más recurre a sus benefactores pidiendo a unos y otros una ayuda económica para hacer frente a una situación que llevaba camino de hacerse desesperada. Como le escribe al Señor Conti (un señor influyente en la ciudad) en noviembre, Don Bosco está de deudas “hasta el cuello”.
Su carta de enero de 1854 al Conde Solaro della Margherita no deja lugar a dudas de lo angustioso de la situación y refleja a las mil maravillas el genio de Don Bosco antes las dificultades:
“El encarecimiento de todos los alimentos, el número creciente de jóvenes abandonados, la disminución de muchos donativos que me hacían algunos particulares y que ya no me llegan… Todo esto me tiene sumido en tal necesidad que ya no sé cómo salir de ella. Sin contar muchos otros gastos, la factura del panadero para este trimestre es elevadísima y no sé de dónde sacar el dinero. Hay que comer. Y si yo niego un pedazo de pan a estos jóvenes en peligro y ‘peligrosos’ (está subrayado aposta en la carta), los expongo a grandes riesgos para su alma y para su cuerpo…”
Son, realmente, las preocupaciones de Don Bosco por mantener y llevar adelante su obra en momentos de gran necesidad. Su espíritu emprendedor le hará desenvolverse con creatividad para hacer frente a estas situaciones que arriesgaban de hacerse crónicas por la progresiva e imparable complejidad del Oratorio.
Sabemos que a finales del mes de enero, Don Bosco organizará una nueva lotería para paliar la falta de recursos. En la circular de presentación de la misma, el buen sacerdote escribe:
“Las graves necesidades en las que me encuentro en este año debido a los múltiples gastos en los tres oratorios erigidos en esta ciudad para la juventud en peligro me obligan a recurrir a la beneficencia pública…”
El corazón de pastor de Don Bosco se las ingeniaba para buscar recursos. En el centro de sus desvelos estaban sus muchachos abandonados y en peligro a los que cada día había que dar de comer, alojar y vestir.
Pero en medio de tantas dificultades y estrecheces, Don Bosco sigue adelante ampliando su proyecto. Un par de años antes, había sido inaugurada la nueva iglesia de San Francisco de Sales; ese mismo año de 1854 estará listo el nuevo edificio que prolongaba la casa Pinardi en ángulo recto y en paralelo con la iglesia; al final del año, Don Bosco abrirá nuevas clases y nuevos talleres en el oratorio; en febrero de 1855, tan solo un año más tarde, Don Bosco anunciaba al obispo Gastaldi la compra de un terreno delante de la Iglesia de San Francisco de Sales (1258 m2) para nuevas clases y talleres… ¡Increíble!
¡Don Bosco era furbo (listo)! Pero su furbizzia no era más que la expresión de una caridad pastoral emprendedora y creativa que no se paraba nunca, cuando del bien de sus muchachos se trataba. Eran las preocupaciones de un pobre cura que quiere lo mejor para sus hijos, pero era también el genio de un pastor que se sabía conducido por una estrella que siempre indicaba el camino.
Buena semana.
Vuestro amigo, José Miguel Núñez
3 comentarios:
Hoy en día hay muchos salesianos de muchas partes del mundo que como Don Bosco se siguen preocupando de las necesidades de los jóvenes, especialmente de los más pobres.
Sin embargo en Europa aún habiendo muchos que sin dudarlo se desviven por los necesitados, "como institución" sería bueno dar pasos significativos, en los que realmente se observe que ese deseo de VOLVER A DON BOSCO no queda en un documento más, sino que entre todos lo hacemos posible.
Hay que ser valientes, y hay que dar oportunidad a la valentía. Creo que Don Bosco lo tenía más fácil.
Pepe, menos mal que ya te has animado a publicar en tu propio blog. Ya verás cómo esto realmente funciona, por la forma y por el fondo, sobre todo. Te ha quedado genial, incluso la cabebera que tiene su aquel.
Ah, la "shekinah" cercana y efectiva del amigo se echa de mucho de menos, ya sabes. A ver si se puede solucionar, ¿no?
Veo que tu sotana cada día es más larga y más ancha, lo que debe ser. Un abrazo de los de siempre. Fede
¡Oh Dios mio,si pudieramos creernos esto y vivirlo en nuestras obras!...¡Con el apoyo de Dios es posible hacerlo!, aunque a veces te pongan la zancadilla, te hagan caer, y la caida te produzca dolor, al igual que nuestro Padre D. Bosco. Felicidades Pepe, ¡que corazón mas lleno de Dios y de D.Bosco1...sigue adelante con el apoyo y cariño de tantos que te apreciamos. Antonio García. SDB
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