
¡Feliz Pascua de Resurrección! Dios ha resucitado, con brazo potente, a su Hijo y lo ha constituido Señor de la historia venciendo definitivamente a la muerte. Nuestras vidas, en el encuentro con el Resucitado han quedado transformadas y su Espíritu nos ha hecho testigos de la salvación de Dios. Hecha añicos la piedra del sepulcro, somos ungüento perfumado para sanar y vendar heridas, para alentar la esperanza y pasar por la vida haciendo el bien, como nuestro Maestro.
Retomamos el pulso a la vida cotidiana con el rostro radiante, como aquellos discípulos, porque hemos visto al Señor. Compartiendo con los jóvenes los diferentes encuentros de Pascua, una vez más, he experimentado la brisa fresca del Espíritu que cambia nuestras vidas y hace nuevas todas las cosas. Y ahora, de vuelta al “lago” de la vida cotidiana, hemos de contar a todos lo que hemos visto y oído: Jesucristo, muerto y resucitado, es la Vida plena y el horizonte de nuestra existencia.
Nuestra espiritualidad salesiana es una espiritualidad pascual. Los que hemos tenido la suerte de orar y celebrar la fe en el templo a Don Bosco en I Becchi, sobre la casita natal de nuestro padre, nos hemos sentido subyugados por la imponente talla del Resucitado que preside el templo. La misma capilla Pinardi, en Valdocco, tiene en el frontispicio la representación de la resurrección del Señor en una invitación constante a compartir la vida a manos llenas como tantas veces, en aquel mismo lugar, hiciera Don Bosco.
No podemos olvidar tampoco que, como si fuese expresión de la vida nueva que nos ofrece el Resucitado, el inicio del Oratorio en Valdocco tiene lugar un domingo de Pascua de 1846. Así lo narra el propio Don Bosco en las “Memorias del Oratorio”:
“No busqué más. Corrí enseguida con los jóvenes; los reuní a mi alrededor y me puse a gritar con voz potente: ‘Ánimo, hijos míos, ya tenemos un Oratorio más estable que en el pasado; tendremos iglesia, sacristía, locales para clases y terreno de juego. El domingo, el domingo iremos al nuevo Oratorio que se encuentra allá en casa Pinardi (...) Al domingo siguiente, solemnidad de Pascua, 12 de abril, trasladamos todos los enseres de la iglesia y los juegos, para tomar posesión del nuevo local”.
Pascua de Resurrección: comienzo de una nueva andadura. También para nosotros. Como Don Bosco, corremos hacia los jóvenes para alentar la esperanza en un futuro mejor para todos; el futuro de Dios que hoy adelantan nuestras manos comprometidas y nuestro corazón apasionado. Con ellos queremos caminar para que muchos encuentren al Señor de la Vida.
Como en Emaús, arderá nuestro corazón en la fracción del pan y en la escucha de la palabra. Será la fuerza que nos hará volver a Jerusalén para anunciar a todos que Cristo, nuestra esperanza, ha resucitado.
Una espiritualidad pascual: la de la confianza y el testimonio, la del optimismo y el encuentro fraterno, la del compromiso por la vida y la entrega sin reservas. Como el Maestro.
¡Feliz Pascua de Resurrección! Vuestro amigo, José Miguel Núñez